"Mi semana con Marilyn", de Simon Curtis


«Es una estrella de cine que quiere convertirse en actriz».
Personalmente, admiro a Marilyn Monroe desde hace años, creo que de haber vivido más años hubiera dado al mundo actuaciones no solamente de cantar y bailar. Eso pretendía ella con la película "El príncipe y la corista" (1957) , salir del encasillamiento al que estaba sometida y convertirse en una actriz "de verdad".
La película está contada desde el punto de vista de Colin Clark (Eddie Redmayne), un ayudante de la productora de "El príncipe y la corista". Marilyn (Michelle Williams) nunca había estado en Reino Unido y, aprovechando la ausencia de su marido Arthur Miller, Colin se encargó de enseñarle el estilo de vida británico.
En el transcurso de la película podemos ver los retrasos de Marilyn a la hora de llegar al rodaje, las presiones por parte de su compañero, Laurence Olivier (Kenneth Branagh), que no la veía capaz de actuar, y la soledad que no quería pero que debía aguantar.
Las escapadas con Colin sirvieron a este para conocerla más y enamorarse de ella. Los dos sabían que después del rodaje, ella volvería a Hollywood y él a su vida, pero eso no les impidió pasar un poco tiempo juntos.
Es difícil no ponerse de parte de una mujer que lo tenía todo (fama, dinero, la gente la adoraba) pero que al cerrar la puerta del camerino se encontraba totalmente sola. Su reciente marido volvió a Estados Unidos dejándola sola en Londres, la gente que trabajaba con ella en la película la tenía por inútil... y aún así la cámara la seguía queriendo.
Michelle Williams ganó 14 premios (nominaciones aparte) interpretando a Marilyn Monroe.

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