Un jardinero en la nieve

El verdor de las plantas siempre tranquilizaba a Ulrich. Tampoco es que un chico de veinte años tuviese muchos problemas, pero siempre viene bien desconectar, y si es a través de tu trabajo, mejor.
Ulrich era jardinero en la enorme casa victoriana de los Straub, en Limerick, Irlanda. Se puede decir que llegó a jardinero porque era su pasión, porque desde niño siempre había cuidado y mimado las plantas, pero la realidad fue otra. A Ulrich no le gustaba estudiar y sus problemas pulmonares le impidieron entrar a trabajar en la fábrica de carbón de la ciudad, tal y como querían sus padres. Dio la casualidad de que el jardinero de los Straub se jubiló y los señores necesitaban a alguien que cuidase sus plantas. Tampoco es que los señores vivieran en Limerick todo el año, de hecho, no visitaban jamás la casa. Pero querían que su jardín estuviese siempre impoluto.
Así que, poco a poco, Ulrich fue aprendiendo a podar, a notar la humedad (o la falta de ella) en la tierra para poder plantar ese parterre de flores o no, a no cortar del todo el tronco y dejar una pequeña yema para que al año siguiente la planta surgiera con más fuerza.
Su jornada laboral terminaba a las ocho de la tarde pero Ulrich casi siempre se quedaba en la casa a dormir, sobre todo en invierno, ya que sus padres vivían a más de cinco kilómetros de allí y no tenía coche.
Disponía de una habitación en la planta baja al lado de la cocina. Se suponía que pertenecía a uno de los cinco hijos de los Straub, pero cada uno de ellos vivía en un continente diferente y era imposible que apareciesen por allí. En el escritorio todavía estaban los lápices de colores que usaba el niño para dibujar, así como un cuaderno lleno de garabatos.
Ulrich acomodó el dormitorio y llevó algo de ropa de su casa. No lo hizo por su propia comodidad, más que nada por si a Jimmy le apetecía quedarse alguna noche a dormir.
En aquellos años no estaba bien visto que dos chicos se quisieran y menos aún que durmieran juntos, a no ser que fueran niños en un campamento de verano. Ulrich y Jimmy habían sido compañeros de colegio desde que tenían cinco años, y llevaban unos meses en los que su amistad había dado un paso más. Un beso tonto una noche de borrachera desembocó en muchas dudas y en un dolor de corazón que, al menos por parte de Ulrich, sabía que no se trataba de algo pasajero.
Por tanto, la casa de los Straub se convirtió en algo más que el trabajo de Ulrich, también era su refugio. Gracias a las silenciosas piedras de aquella casa había conocido momentos de ilusión y de alegría. Estaban solos y eran libres unas horas. Las plantas no iban a desvelar el secreto.
Pero la casa… la casa se comportaba de un modo extraño a veces. Los dos escuchaban desde la cama, medio en sueños, cómo las vigas del tejado crujían o alguna ventana golpeaba demasiado fuerte si hacía viento.
Pero una noche de Noviembre sucedió algo extraordinario. Ulrich se metió en la casa sobre las seis de la tarde, ya que empezó a nevar y se estaba quedando congelado. Estaba haciendo café en la cocina cuando sonaron las campanadas de un reloj. Seis, contó. Se quedó paralizado y gracias al ruido de la cafetera no escuchó los apresurados pasos que siguieron a las campanadas.
Siete campanadas, una hora después. Esta vez sí escuchó los pasos. Con la taza de café en las manos su corazón empezó a latir muy deprisa. Aparte también oyó ruido de cristalería, zapatos de tacón y risas.
Su cuerpo pensó en subir arriba antes de que su mente le dijera que no lo hiciese. Subió las escaleras hasta el tercer piso muy despacio. Ulrich no se había molestado en explorar la casa a fondo, pero sabía que en el tercer y último piso únicamente había un espacioso salón. Cuando llegó a él, la visión le paralizó la respiración. De no haber estado él solo en la casa, pensaría que se estaba celebrando una fiesta por todo lo alto. Personas bien vestidas, bandejas con copas de cristal y un aire de impaciencia recorrían la estancia.
Pero esas personas no caminaban, flotaban. Estaban suspendidas en el aire y se volvieron hacia él, todas a la vez.
— ¿Sabes si va a venir? La estamos esperando. No puede perderse el día más importante de su vida.
Ulrich no les contestó, sino que bajó los escalones de dos en dos hasta llegar a su habitación, donde se encerró. La tormenta de nieve continuaba y no tenía teléfono para llamar a alguien que fuera a buscarlo.
De todas formas, no tenía motivos para asustarse. Pero, ¿y si los fantasmas bajaban a por él? Podían obligarlo a subir arriba y tirarse por la ventana, por ejemplo. Estaba demasiado asustado como para permanecer allí. Se puso el abrigo y salió al jardín. Con un poco de suerte quizá las carreteras no estarían cortadas y podría llegar a su casa. Atemorizado, decidió arriesgarse y salir.
Cuando llegó a la verja que separaba la casa de la carretera, se volvió. Ya era noche cerrada pero en las ventanas del último piso las luces refulgían. Apretó el paso. Era real. Hasta el sonido de las campanadas retumbó en su cabeza. Giró la cabeza tan deprisa que se mareó un poco y cayó de bruces al suelo.
Al intentar levantarse, su pierna se enrolló con algo. Dio un fuerte tirón y descubrió un trozo de tela blanca que se confundía con la nieve. Tiró de él hasta desenterrarlo y vio que se trataba de un vestido.
—Pero, ¿qué hace es…?
No tuvo tiempo de formular la pregunta cuando todos los fantasmas que estaban en la casa bajaron flotando hacia donde él se encontraba. Había ancianos, mujeres jóvenes, algún niño con su juguete en la mano.
Una mujer le arrebató el vestido de las manos con mucho cuidado y susurró:
— ¿Otra vez vas a perderte tu propia boda, querida? No nos vuelvas a dar esos sustos, sabes que es un día muy importante, pero no debes estar nerviosa, ya estás muerta.
Dicho esto, los espíritus rodearon en círculo al vestido y se lo llevaron de vuelta a la última planta de la casa. Ulrich se quedó inmóvil con el corazón a punto de estallar. No podía volver a la casa y tampoco podía irse, la tormenta de nieve continuaba. Entonces escuchó el ruido de una moto que se acercaba a él hasta casi atropellarlo.
— ¡Cuidado tío!
—Jimmy, tenemos que irnos. Hay… ahí… fantasmas.
—De eso nada —Jimmy se quitó el casco—. Me he escapado para verte y no pienso volver, además, la tormenta en el pueblo es más fuerte.
Apagó el motor de la moto y entraron de nuevo en la casa, Ulrich de la mano de Jimmy y escondiéndose detrás de él. El ruido continuaba arriba. Sería una noche muy larga, si lograban sobrevivir.
—Señores, será un placer invitarles a una copa de champán arriba. Vuestra colaboración ha sido imprescindible para recuperar a la novia. —Un hombre, no mucho mayor que ellos y vestido de frac, les hablaba y se transparentaba al mismo tiempo. Con la mano les indicaba que subieran las escaleras con él.
Jimmy sonrió y arrastró a Ulrich escaleras arriba. Conforme iban subiendo, escucharon risas, canciones entrecortadas y algún que otro llanto. Una boda normal y corriente, al fin y al cabo, de no ser porque todos los invitados, salvo dos, llevaban muertos más de cien años.

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Este relato pertenece al objetivo número 4 (casa encantada) del #OrigiReto2019.
Si queréis más información sobre este maravilloso reto, pinchad aquí  o aquí  
Pegatina de Junio:

Dejo los micros enlazados a este relato, muchas gracias, no daba un duro por él al principio pero se ve que gustó :)
1) Penitencia: http://lasombraescondida.blogspot.com/2019/06/penitencia-microrrelato-de-junio-para.html
2) El Bouzouiki: https://perlasnarrativas.blogspot.com/2019/09/relato-origireto2019enero-dentrode-mi.html








Comentarios

  1. ¡Qué relato más inspirador! Al terminar de leerlo la mente se abre con miles de interrogantes... definitivamente da para micro enlazado. La historia está bien construida, tiene misterio en forma de criaturas sobrenaturales, amores incipientes y un desenlace abierto. Por no dejar a cero la sección de mimimí, en la frase "Disponía de una habitación en la planta baja al lado de la cocina. Se supone que pertenecía a uno de los cinco hijos de los Straub, pero cada uno de ellos vivía en un continente diferente y era imposible que apareciesen por allí." me suena raro, lo de supone en presente, me pega más "se suponía" o "en principio, pertenecía". Y veo un exceso de peros, alguno quizá podría eludirse o cambiarse por sin embargos o no obstantes, que las peras si no se sienten discriminadas y con razón ^_^'. Me refiero exclusivamente a los que van tras punto y aparte. Quitando estas cosas de lector picajoso, como siempre da gusto leerte y te adelante que mi micro va a salir de aquí este mes o el que viene. Felicidades.

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    1. Hola Kalen!:
      Gracias por el tiempo y por tu comentario :)
      Quería hacer como una historia clásica de fantasmas, de sábana blanca, de los que no dan miedo vamos xD. Me alegra que te haya gustado, de verdad.
      Ya he cambiado la frase que me has dicho y lo de los "peros" lo revisaré para próximos relatos :). Se agradecen estos apuntes, a veces lo que a uno le suena bien al escribirlo al que lo lee le puede parecer raro.
      Gracias de nuevo y nos leemos :)

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  2. ¡Hola!
    Me hubiera gustado estar en esa casa encantada, creo que le tenemos miedo a lo que nos han vendido como terror, pero realmente no existe. Y una boda después de muertos jajaja, una fiesta seguro. Me ha encantado

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  3. Buen relato. A tus Straub les pasa lo mismo que a mis Strauß de marzo: tienen casas encantadoras, jajaja.

    Estaría bien quedar a comer en esas casas con todes les participantes del Origi, jijiji.

    Hablando de comer, creo que te has comido alguna coma;

    —"Siete campanadas una hora después". Entra campanadas y la hora, o una coma o una y.

    —"Una boda normal y corriente, al fin y al cabo, de no ser porque todos los invitados salvo dos llevaban muertos más de cien años". Acotaría entre comas el ,salvo dos, que son los vivos.

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    1. Gracias por los apuntes y por tu comentario :)
      Pues sí, no estaría mal una cena en una de estas casas, daría para más de un relato seguro

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  4. Vaya un relato inquietante... Me ha gustado mucho como describes a los fantasmas, el personaje de Ulrich también me ha parecido muy entero y creíble y la extrañeza de la fiesta fantasmal me ha sorprendido. Genial relato gracias ^^

    .KATTY.

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  5. Un relato de casa encantada de película, no es de esos que asustan,sino de esos que te hacen reir, te conmueven.Sería interesante, saber ¿ qué le ocurrió a la chica? ¿por qué se perdió su boda? ¿cómo llegó ese vestido allí? Saludos

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