Los días siguientes apenas cambió nada en la vida de Rebecca y Delilah. Los policías estuvieron dos días dando vueltas por el hospital y preguntando a los seres enfermos y a los demás si habían visto algo extraño.
Nadie sabía nada, por lo tanto, abandonaron la investigación y la muerte de la madre de Delilah quedó como una anécdota y ¿por qué no decirlo? un alivio para el bienestar y la seguridad de la niña.
Por lo tanto, puede decirse que todo volvió a la normalidad después de ese incidente, salvo para Rebecca. En ningún momento se arrepintió de lo que había hecho ni se le aparecía en sueños el cadáver decrépito de la mujer ni nada por el estilo, pero parecía que todas las noches antes de dormir una sombra la "vigilaba" desde detrás de la puerta de su cuarto.
Vivía sola desde hace bastantes años y nunca le dio miedo dormir ni estar sin nadie en la casa, pero estos últimos días estaban siendo diferentes. Esta sensación duraba un par de minutos, se sentía observada, no se movía de la cama y esa sensación desaparecía hasta la noche siguiente.
No tenía pesadillas ni estaba cansada cuando se despertaba para ir a trabajar. Hasta la noche siguiente. Rebecca creía que tenía algo que ver con el asesinato que ella misma había cometido, un cargo de conciencia, Pepito Grillo o algo así.
Pasó una semana con sus noches y a la mañana siguiente, en el hospital, se presentaron unos seres de Servicios Sociales para tratar con el jefe de médicos el tema de Delilah. Rebecca ya había hablado y le había insistido al médico, así que éste dijo maravillas de Rebecca, de sus cuidados hacia la niña y de lo que la quería.
Los seres de Servicios Sociales tomaron muchas notas en muchas carpetas y dijeron que volvería en unos días, que no era del todo ortodoxo pero que dejaban a Delilah en el hospital durante esos días, para que no sufriera el trastorno de un sitio nuevo.
Rebecca suspiró aliviada detrás de la puerta mientras iba con una botella de suero para un ser enfermo. Lo había escuchado todo, ya estaba un paso más cerca para tener a la niña Delilah en su casa, con ella.
Nadie sabía nada, por lo tanto, abandonaron la investigación y la muerte de la madre de Delilah quedó como una anécdota y ¿por qué no decirlo? un alivio para el bienestar y la seguridad de la niña.
Por lo tanto, puede decirse que todo volvió a la normalidad después de ese incidente, salvo para Rebecca. En ningún momento se arrepintió de lo que había hecho ni se le aparecía en sueños el cadáver decrépito de la mujer ni nada por el estilo, pero parecía que todas las noches antes de dormir una sombra la "vigilaba" desde detrás de la puerta de su cuarto.
Vivía sola desde hace bastantes años y nunca le dio miedo dormir ni estar sin nadie en la casa, pero estos últimos días estaban siendo diferentes. Esta sensación duraba un par de minutos, se sentía observada, no se movía de la cama y esa sensación desaparecía hasta la noche siguiente.
No tenía pesadillas ni estaba cansada cuando se despertaba para ir a trabajar. Hasta la noche siguiente. Rebecca creía que tenía algo que ver con el asesinato que ella misma había cometido, un cargo de conciencia, Pepito Grillo o algo así.
Pasó una semana con sus noches y a la mañana siguiente, en el hospital, se presentaron unos seres de Servicios Sociales para tratar con el jefe de médicos el tema de Delilah. Rebecca ya había hablado y le había insistido al médico, así que éste dijo maravillas de Rebecca, de sus cuidados hacia la niña y de lo que la quería.
Los seres de Servicios Sociales tomaron muchas notas en muchas carpetas y dijeron que volvería en unos días, que no era del todo ortodoxo pero que dejaban a Delilah en el hospital durante esos días, para que no sufriera el trastorno de un sitio nuevo.
Rebecca suspiró aliviada detrás de la puerta mientras iba con una botella de suero para un ser enfermo. Lo había escuchado todo, ya estaba un paso más cerca para tener a la niña Delilah en su casa, con ella.
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