La teoría de Delilah 1.10

Otras tres semanas pasaron como un rayo. Las entrevistas se sucedían, hasta una tarde fueron al piso de Rebecca para que ésta les mostrara el lugar donde estaría la niña, si estaba bien acondicionado, no había grietas, picos salientes en las puertas, armarios y estanterías, etc.
Rebecca hablaba a Delilah de su nueva casa y los juguetes que la estaban esperando. No iba a ser fácil, aunque ambas se adoraban, debían adaptarse. A Delilah le pusieron una enfermera en prácticas que la sacaba a pasear de vez en cuando, para que no se conformara con ver el paisaje a través de la ventana y tocar el cristal.
Beth ayudaba a Rebecca a comprar cosas para la niña, bordó con sus propias manos unas sábanas para la cuna y le hizo algunos vestidos para el verano de punto de nido de abeja blanco.
Rebecca no tenía muchos amigos a los que contarle la espectacular noticia que iba a ser mamá, pero los pocos que tenía se alegraron de la noticia y prometieron una visita cuando la niña estuviera instalada. Por tanto, los días de Rebecca estaban ocupados, las noches no.
Se habituó a la presencia nocturna de su casa, no la asustaba, como llevaba haciendo casi un mes, pero no sabía lo que era. Tampoco tenía pesadillas, pero tenía miedo de que en dos días, cuando Delilah estuviera ya en casa con ella, la molestara o le hiciera algo.
"No hagas nada a la niña", pensaba a ningún lugar en concreto. A la mañana siguiente, todo estaba como el día anterior. No había nada que temer, una serie de cambios en la vida de Rebecca estaban teniendo lugar y esto solo era... estrés, ansiedad, nervios. Sólo eso.
Pasaría otro mes y ni se acordaría de estas noches de insomnio.
"Ya es hoy, ha llegado el día". Rebecca se arregló y fue al hospital a por su Delilah, era jueves. Y tenía dos cuadernos llenos de recetas infantiles, cuentos, películas bajadas de Internet de Disney y series clásicas, las que veía Rebecca de pequeña. Rebecca, no te agobies.
Ese jueves por la tarde Delilah entró por fin a vivir con Rebecca.

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