Pasaron varios días y los trámites para la adopción de Delilah iban viento en popa. Las entrevistas con los seres de Servicios Sociales resultaron satisfactorias, ellos veían en Rebecca a la madre ideal, aparte (o más importante) que tenía un buen empleo y una casa pagada, herencia de sus padres.
Por lo tanto, se puede decir que fueron días de nervios para Rebecca y su alrededor, porque si le daban la custodia en unos días tenía que instalar a la niña, comprarle ropa, ¡aprender a cocinar comida para bebé!. Este asunto tenía a Rebecca de los nervios. Veía recetas por Internet, consultaba vídeos y preguntaba a los médicos del hospital. Ella, como enfermera, algo sabía, pero, ¿y si a la niña no le gustaba su comida?
O la casa... Ella adoraba su casa, estaba como ella quería, pero si todo salía bien en unas semanas tendría a otro ser vivo viviendo con ella compartiendo su espacio, sus ventanas y su aire. ¿Y si a Delilah no le gustaba la casa, o el barrio?
Se estaba poniendo nerviosa antes de tiempo. Todo estaba saliendo bien, Delilah la seguía queriendo igual que al principio y si necesitaba ayuda para instalar a la niña, la tendría.
Así que no debes estar nerviosa, Beck, se dijo, mucha gente le gustaría estar en tu situación ahora mismo. Tener una niña maravillosa consigo, ¿a quién no le gustaría?
Pese a todo, a Rebecca se le solía escapar algún pensamiento al momento en que asesinó. Lo rememoraba con detalle, era lo correcto, no lo más ético que podía haber hecho, pero sí lo mejor para Delilah. ¿Y para ella? También, por supuesto.
Veía una sombra antes de cerrar los ojos por la noche. No tenía miedo, pero la intuía y la presentía por toda la casa. "Sabe lo que he hecho", pensaba de madrugada. ¿Quién?
En el baño no había nadie. Ni en los pasillos. Los seres del hospital seguían tratándola como siempre... Una mancha en su alma la tiene todo el mundo, ¿no? Puede, pero no un asesinato, querida.
El amanecer entró en su casa, Rebecca esa noche no había dormido. La sombra desapareció.
Por lo tanto, se puede decir que fueron días de nervios para Rebecca y su alrededor, porque si le daban la custodia en unos días tenía que instalar a la niña, comprarle ropa, ¡aprender a cocinar comida para bebé!. Este asunto tenía a Rebecca de los nervios. Veía recetas por Internet, consultaba vídeos y preguntaba a los médicos del hospital. Ella, como enfermera, algo sabía, pero, ¿y si a la niña no le gustaba su comida?
O la casa... Ella adoraba su casa, estaba como ella quería, pero si todo salía bien en unas semanas tendría a otro ser vivo viviendo con ella compartiendo su espacio, sus ventanas y su aire. ¿Y si a Delilah no le gustaba la casa, o el barrio?
Se estaba poniendo nerviosa antes de tiempo. Todo estaba saliendo bien, Delilah la seguía queriendo igual que al principio y si necesitaba ayuda para instalar a la niña, la tendría.
Así que no debes estar nerviosa, Beck, se dijo, mucha gente le gustaría estar en tu situación ahora mismo. Tener una niña maravillosa consigo, ¿a quién no le gustaría?
Pese a todo, a Rebecca se le solía escapar algún pensamiento al momento en que asesinó. Lo rememoraba con detalle, era lo correcto, no lo más ético que podía haber hecho, pero sí lo mejor para Delilah. ¿Y para ella? También, por supuesto.
Veía una sombra antes de cerrar los ojos por la noche. No tenía miedo, pero la intuía y la presentía por toda la casa. "Sabe lo que he hecho", pensaba de madrugada. ¿Quién?
En el baño no había nadie. Ni en los pasillos. Los seres del hospital seguían tratándola como siempre... Una mancha en su alma la tiene todo el mundo, ¿no? Puede, pero no un asesinato, querida.
El amanecer entró en su casa, Rebecca esa noche no había dormido. La sombra desapareció.
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