Matthew en Escocia 1.1

- Escocia es verde- Esta fue la sentencia de Wally mientras iban en el coche camino de la mansión del caballero desconocido. - Todo es verde, hasta las puñeteras ovejas tienen el pelo verde.
El chófer empezó a reírse, lo poco que había hablado demarcaba un fuerte acento escocés, y al parecer se avergonzaba de ello porque no había vuelto a abrir la boca.
- Eso es porque por primera vez en tu vida has visto naturaleza, no el asfalto de la ciudad.- dijo Matthew. Estaba en el país próximo al suyo, lejos de él de todas formas, pero empezaba a notar el gusto al Reino Unido, a su vida anterior, y no le gustaba.
Siempre había adorado la naturaleza, los bosques y los amplios paisajes que eran casi iguales a los que veía ahora desde la ventanilla, pero se obligó a sí mismo a rechazarlos cuando se fue a Estados Unidos. Sabiendo de antemano que nunca sentiría nada por sus calles grises en las que no crecía la hierba, ni por las caras tristes de todos los animales que veía, ya que aquí corrían a sus anchas.
Era una especie de "no puedo quererte" lo que decían aquellos paisajes. Él debía cumplir el encargo y volver a Estados Unidos, aunque desearía quedarse en esta naturaleza, aunque no fuera la suya realmente, sino la de Escocia.
- ¿Habeís estado en Escocia alguna vez?- dijo al fin el chófer. Lo dijo muy despacio y separando las palabras para que no se notara su acento.
-No.- contestó Matthew.- Nunca he visitado Europa.
Wally lo miró y hubiera preferido que el chófer se hubiera callado, así que intentó romper el hielo.
- Oiga, ¿usted no lleva falda? Pensaba que todos ibais con la cosa al aire y la falda- empezó a reír.
- Es una tradición de nuestros antepasados.- El chófer olvidó la vergüenza y empezó a hablar rápidamente.-Es incómodo y...

Matthew desconectó unos instantes. ¿Se sentiría capaz de volver,  aunque sólo sea de pasada, a Exeter? Con la excusa de visitar otra ciudad, podía coger un autobús con Wally que pasara por Exeter, cerrar los ojos cuando llegara allí y abrirlos cuando se fuera. No pasaría nada. Así se aseguraba que Exeter estaba en su lugar. No, ni siquiera eso, que al menos las llamas no se lo habían comido...
- El señor quiere que os tomeis todo el tiempo que necesiteis. Mañana por la tarde hablará con vosotros para ver la colocación del tatuaje y los dibujos. No tengais miedo, os caerá bien cuando lo conozcais, es un buen tipo, y no lo digo porque me pague.
Ellos se sintieron algo más tranquilos mientras el coche seguía perdiéndose por caminos y pasaba por casas de campo, pequeños bosques y aldeas con tres casitas de madera. El día era soleado aunque unas nubes grises se acercaban con peligro y hacía bastante frío. Acostumbrados como estaban a Missouri, aquello les parecía Rusia o el Polo Norte.
Después de unos minutos llegaron a la casa. Esperaban un castillo como el del conde Drácula, lleno de torres picudas y oscuro, y se encontraron con una mansión enorme y blanca. Los tejados eran oscuros y tenía ventanales enormes sin rejas, y un balcón en una de ellas, descubierto.
- Esto es como para... ciento diez personas por lo menos.- dijo Wally asombrado.
- Os alojareis en la parte inferior de la casa, aunque podeis visitar todas las habitaciones, no hay nada secreto.- el chófer había cogido confianza.- Teneís el almuerzo preparado en el comedor, si no os gusta os pueden preparar otra cosa.
El jardín que rodeaba la casa era enorme y lleno de flores de muchos colores. Mathew volvió a respirar el verde, la tierra, su infancia, lo que quedó atrás... cuando terminara de comer saldría.
- Donde nos hemos metido, ¿eh, tío?- dijo Wally. Estaba maravillado.- Así da gusto currar.

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