Una media hora más tarde, Ryan se encontraba en el despacho
del doctor con Brandon, que le enseñaba libros con formas muy extrañas que no
había visto antes.
“¿De verdad que no lo conoces?”
Le señalaba una forma de águila que él no reconocía, abría
libros sin parar y le preguntaba cosas.
“No sé que me quieres decir con todo esto. Jamás he visto
estos libros ni sé lo que significan. Es un trance, nada más. No hay que
hacerle mucho caso”
Ryan, en el fondo, tenía miedo de que sus episodios
pudieran significar algo malo para él. Por eso le incomodaban las preguntan de
Brandon.
- --
Jamás he conocido a nadie que hiciera escritura
automática, porque eso es lo que haces tú, Ryan. Algo… tu mente, se apodera de
tu cuerpo y le hace escribir y dibujar estas cosas tan raras. Ni tú ni yo las
comprendemos, pero estoy seguro de que daremos con la clave de tus episodios y
podremos controlarlos.
-
- ¿Pastillas?
-
-- No. Mira, no le vamos a decir nada al doctor.
Sólo se enteró Sophie pero no dirá nada. Será algo entre tú y yo. Estudiaré…
leeré todo lo que pueda sobre la escritura automática y trabajaremos juntos
Ryan.
El joven aceptó y durante las tres semanas siguientes
estuvieron haciendo sesiones caseras de hipnosis, hasta que se asustó y las
dejaron. Ryan no conocía nada sobre la iglesia anglicana que no le hubieran mal
enseñado sus padres, ni había tratado con sacerdotes o monjas, pero su
conocimiento del latín era inmenso. Decía la traducción de palabras que Brandon
tenía que mirar en el diccionario y recitaba pasajes de la Biblia durante sus
trances hipnóticos, pero por lo demás las crisis no se volvieron a repetir.
Hasta el cuatro de
Agosto. Ryan había tenido pesadillas toda la noche con animales sin cabeza, cosechas quemadas y cielos más oscuros que los de la madrugada. Desayunó nervioso, mirando a Sophie que a su vez también lo miraba sin apenas probar bocado. Los demás estaban igual, como si hubiera amanecido otro día más en Beldam. Con pensamientos tranquilizadores sobre un futuro cada vez más cercano en el que abandonaría el sanatorio, Ryan se durmió encima de su plato de gachas de avena.
Despertó encolerizado, medio desnudo y agitando los brazos en todas direcciones. Con los pies daba patadas a los residentes de Beldam para que salieran corriendo.
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