Beldam. Cuarta Parte.





Una media hora más tarde, Ryan se encontraba en el despacho del doctor con Brandon, que le enseñaba libros con formas muy extrañas que no había visto antes.
 “¿De verdad que no lo conoces?”
Le señalaba una forma de águila que él no reconocía, abría libros sin parar y le preguntaba cosas.
“No sé que me quieres decir con todo esto. Jamás he visto estos libros ni sé lo que significan. Es un trance, nada más. No hay que hacerle mucho caso” 
Ryan, en el fondo, tenía miedo de que sus episodios pudieran significar algo malo para él. Por eso le incomodaban las preguntan de Brandon.
-        --  Jamás he conocido a nadie que hiciera escritura automática, porque eso es lo que haces tú, Ryan. Algo… tu mente, se apodera de tu cuerpo y le hace escribir y dibujar estas cosas tan raras. Ni tú ni yo las comprendemos, pero estoy seguro de que daremos con la clave de tus episodios y podremos controlarlos.
-         - ¿Pastillas?
-         -- No. Mira, no le vamos a decir nada al doctor. Sólo se enteró Sophie pero no dirá nada. Será algo entre tú y yo. Estudiaré… leeré todo lo que pueda sobre la escritura automática y trabajaremos juntos Ryan.
El joven aceptó y durante las tres semanas siguientes estuvieron haciendo sesiones caseras de hipnosis, hasta que se asustó y las dejaron. Ryan no conocía nada sobre la iglesia anglicana que no le hubieran mal enseñado sus padres, ni había tratado con sacerdotes o monjas, pero su conocimiento del latín era inmenso. Decía la traducción de palabras que Brandon tenía que mirar en el diccionario y recitaba pasajes de la Biblia durante sus trances hipnóticos, pero por lo demás las crisis no se volvieron a repetir.
Hasta el cuatro de Agosto. 
Ryan había tenido pesadillas toda la noche con animales sin cabeza, cosechas quemadas y cielos más oscuros que los de la madrugada. Desayunó nervioso, mirando a Sophie que a su vez también lo miraba sin apenas probar bocado. Los demás estaban igual, como si hubiera amanecido otro día más en Beldam. Con pensamientos tranquilizadores sobre un futuro cada vez más cercano en el que abandonaría el sanatorio, Ryan se durmió encima de su plato de gachas de avena. 
Despertó encolerizado, medio desnudo y agitando los brazos en todas direcciones. Con los pies daba patadas a los residentes de Beldam para que salieran corriendo.

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