“¿Qué has dicho antes? Cuando me estaban preguntando.
“No,
nada, un diágnostico precipitado, todo es cuestión de ver tu evolución. Te acompañaré
a tu dormitorio”.
Brandon llevó a Ryan por pasillos semiiluminados, detrás de
algunas se escuchaban gritos y en casi todas olía mal. El calor, el que llevaba
sin comer casi dos días y ese olor nauseabundo de las demás habitaciones lo
hicieron marearse y apoyarse en Brandon. Quería vomitar pero tenía el estómago
vacío.
“Lo siento, chico”.
Visto de cerca, Brandon no parecía mayor que él. 21
o 22 años a lo sumo.
Unos minutos después, llegaron al dormitorio de Ryan. Si es
que podía llamarse dormitorio a una pequeña habitación compartida con otras dos
personas, también chicos, que aún con esas temperaturas tan altas dormían en
sus literas con mantas hasta la cabeza.
“No te van a molestar mucho, chico”.- dijo Brandon.
Le cerró la puerta con la promesa de ir a buscarlo
personalmente para la cena y enseñarle el resto del centro. Ryan rompió a
llorar al fin, estaba encarcelado y sus compañeros de celda ni siquiera se
despertaron.
La cena fue carne en salsa con patatas accidentadas. Porque
las patatas volaban de una mesa a otra del comedor, y eso que ahí únicamente
comían los más “normales”, es decir, los que no era necesario que los ataran
con cuerdas a las sillas. Ryan comió sin prestar atención a nadie a su
alrededor deseando que sus compañeros de celda no despertaran y pudiera dormir
tranquilo, al menos.
- -
Tú no estás loco, ¿qué haces aquí?- preguntó una
voz a su lado. Era de mujer, mujer mayor.
-
- He venido hoy.- contestó. No quería tener
conversación con nadie de ese antro.
- -
Oh… me llamo Sophie. Me ahogué y vi a la
Muerte en persona, desde entonces la veo por todas partes.- dijo muy contenta.
- ¿Y tú?
-
- Estoy peor de lo que parezco, puedo… puedo
clavarte el cuchillo en el ojo.
- -
No, niñito, si estás asustado.- Abrió la boca
para reírse y el aliento lo echó para atrás.- Si necesitas tranquilidad alguna
vez, haz un numerito y te aíslan. Los locos gritan mucho.
-
- ¿Tú también?
- - Sí, sobre todo cuando La veo. Es tan guapa, y
tiene un pelo tan largo….- Se perdió con la vista al infinito y Ryan se
levantó, ya había terminado su cena.
La primera noche fue tranquila. Ryan durmió como no lo hacía
desde hacía meses, su cama estaba blanda y entraba aire por la ventana. Los
gritos, desde la parte donde él dormía, no se oían tan fuertes. Además, también
estaba acostumbrado a oír gritar a su madre todas las noches.
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