Beldam. Tercera Parte




A la mañana siguiente, Brandon fue a buscar a Ryan para ir a ver al doctor. Le hizo preguntas extrañas acerca de su familia y su infancia y le pidió que viera cosas reales en dibujos muy extraños que tenía en un cartón. Más bien parecían manchas. Sin decir nada sobre qué le ocurría al cerebro de Ryan, el doctor le anotó una ingente cantidad de pastillas que debía tomar cada día.
Después, Ryan salió al patio. Saint Bethlehem era grande, y si fuera un colegio o una universidad, su ubicación en Londres sería perfecta. Extramuros podía oír el sonido de la ciudad, la gente viva que caminaba, sonreía y besaba. Se imaginó caminando por la calle, comiendo un trozo de pastel esquivando a los caballos y observando a las elegantes señoras con parasoles y enormes sombreros. Luego iría a ver el río a ver los peces. Saltaban contentos porque él les tiraba trozos de pan, y de pronto todo se oscureció.
Ryan quería salir de allí, ya había estado más veces y siempre que le pasaba sufría mucho después. Notaba su cuerpo agitarse, su estómago contraerse por el esfuerzo, sus dedos llenos de tierra. “No” pensó. Su cabeza se volvió negra ahora, martilleaban voces dentro de ella, muchas y diferentes, todas sin sentido. Su parte consciente no podía luchar contra eso, pero tampoco lo quería. Abrió la boca, lo notó, para vomitar y que terminara todo aquello; pero las voces se la cerraron. Notaba el calor, tanto que quería derretirse y no volver a pasar por aquello nunca más.
Hasta que un golpe más fuerte lo devolvió a la realidad. Entrecerró los ojos y vio a Bran y a Sophie. Tenía la ropa mojada de vómito y frente a él, en la tierra donde había estado sentado una hora antes, símbolos ininteligibles, dibujos y lo que parecía ser letras. Sólo que incoherentes por completo.
“Niño, niño”- repetía Sophie. Le tocaba el cabello con su mano sucia.
“Fascinante”.- dijo Brandon observando el suelo.

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