Trenes. Segunda parte


Le hizo un gesto a Asier para que volviera a sentarse a su lado.
- ¿De qué va todo esto?- preguntó nervioso.
- No te preocupes, bajarás de aquí, pero a su tiempo.- contestó. La gente caminaba a su lado por el pasillo, ajena a todo, como si se tratara de un tren y de un recorrido normales y corrientes.
El tren paró de nuevo y varios subieron y dos personas bajaron. Ninguna cayó hacia atrás ni pasó nada extraordinario.
- No lo entiendo.
- Cariño, la gente coge un tren por dos razones: para huir o para seguir con su rutina. Los primeros se sienten héroes románticos, piensan que el tren les devolverá la ilusión o un amor perdido, y los segundos, simplemente toman un tren como pueden tomar un coche, sólo para cumplir con sus obligaciones o para seguir con sus vidas, no escapar de ellas.
- Yo sólo quería ir a un concierto al pueblo de al lado, señora.- contestó Asier irritado. Lo único que le faltaba: una charla de filosofía.
- Sí, pero te has cruzado conmigo. Yo te pagué el billete y por tanto, es como si hubiéramos firmado un contrato.
- No le pedí que me pagara nada, no es la primera vez que viajo sin pagar.
- Lo sé, y el revisor también. Llevo meses sola, deberías intentar comprenderme.- Sonrió como si Asier fuera un ángel caído del cielo.
Empezaba a clarear y el cielo azul oscuro se estaba convirtiendo en gris. Casi un día completo allí. La gente de la fila de al lado usaba sus teléfonos móviles pero el suyo no funcionaba.
- Todo es tecnología, cariño. El tren detecta a aquellas personas que utilizan el tren como medio de evasión y no de transporte, y únicamente les ofrece apoyo y más tiempo para pensar si quieren volver a sus vidas o no.
- ¿Magia, no? Como en Harry Potter, ¿verdad señora?.- La ironía de Asier no hacía efecto en la señora, que continuó hablando.
- No te burles. La carga emocional de los trenes es inmensa, cariño. En ellos iban los soldados a la guerra, a morir, los niños separados de sus padres, ¿sabes que ponerse enfrente de un tren es la forma de suicidio más extendida? Muchas historias de amor se han creado en un tren, algunas eternas y otras de un par de horas. Eso no sucede en ningún otro medio de transporte. Aunque los trenes se hayan modernizado, las vías, las estaciones y los muertos siguen en el mismo sitio.



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