Ahora o nunca, se dijo.
Había
reescrito la entrada del blog cerca de veinte veces, pero sabía que
la publicaría a toda costa. Desde luego no era la forma más
correcta ni la más valiente de declarar su amor, pero Pablo era
incapaz de coger el teléfono y llamarlo.
Esta
entrada sería pública, todo el mundo se enteraría ya que tenía
muchos seguidores. Sus padres se escandalizarían al leer cómo Lucas
se metió en su cabeza hasta el punto de enamorarse de él. Muchos de
sus amigos le darían de lado.
Terminó
de escribir pasada la medianoche y sin corregir ni nada, le dio a
publicar.
El
título no decía “Para Lucas” ni nada por el estilo, pero en la
primera línea él se daría cuenta. En dos mil palabras, más o
menos, contaba cómo se habían conocido y por qué evitaba quedarse
a solas con él cuando todo el grupo se iba.
“Es
por tu voz”, escribió. “Como si unas cuerdas de guitarra
vibraran en el espacio que hay entre mi espalda y mi corazón. No te
rías, es cierto. Date cuenta de cómo cambia mi cara la próxima vez
que hablemos”
La
entrada empezó a subir de visitas inmediatamente.
“Queremos
saber más”
“Ojalá
Lucas reaccione”
Su
madre entró en su habitación. Estaba colérica.
—¿Qué
es eso de que estás enamorado? ¿Quién es ese Lucas? ¡Borra la
entrada ahora mismo! ¿No te das cuenta de que estás haciendo el
ridículo?
Pablo
echó a su madre de la habitación y cerró la puerta. Seguía
escuchando sus gritos cuando le llegó un mensaje de Lucas.
“¿Es
verdad? ¿Es…? Tenemos que vernos. Creo que sin querer te he hecho
mucho daño”
Comentarios
Publicar un comentario