Beldam. Quinta y última parte.



Estos, a su vez, también gritaban sin cesar mientras empujaban a los cuidadores que salían a por ellos. A Ryan la boca le sabía  a sangre y tenía arañazos en los brazos. 
Antes de esto, Brandon había visto que en el comedor estaba escrito con una mezcla de gachas, sangre y polvo un pasaje del Apocalipsis. En todo el suelo se podía leer en latín la llegada de sus cuatro jinetes y el juicio final que los esperaba a todos.
Había, además, unas inscripciones numéricas muy extrañas en las que daban como este día como el de la venida del anticristo. Pensando que Ryan se había vuelto loco definitivamente y apenado por ello, Brandon salió fuera y lo encontró tumbado en el suelo gritando a pleno pulmón en un idioma que no supo identificar.
Se acercó corriendo a él para socorrerlo cuando vio las llamas. 
Londres ardía. 
El personal y los  internos huían en la misma dirección, hacia el río.
Si conseguía que Ryan despertase escaparían por el río. Justo cuando se levantaba de su lado para recoger sus cosas al edificio, Ryan despertó y en un último atisbo de lucidez le dijo:
-        -  No quiero quemarme, por favor. Fuego no.- Y comenzó a llorar.
-        -  Pero si no hay..- James alzó la vista y contempló como el humo avanzaba hacia el edificio. El gran incendio que asoló Londres en el año 1666 se había producido cerca de allí. 




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