Año 3021
Base lunar nº 64
Los diez alumnos,
nacidos después del año 3000, escuchaban al
maestro con incredulidad. Este había nacido en las últimas décadas
de 2900, y, lógicamente, sabía más que ellos. O eso creía. Ya que
su discurso, esa mañana, no estaba siendo recibido con entusiasmo.
—La
historia nos ha enseñado que, cuando un sitio no nos da lo que
queremos, debemos buscar otro. Así de sencillo. Nuestros antepasados
vivían en la Tierra, pero ésta se rebeló contra ellos, así que la
dejamos destruirse y sólo los mejores, repito, los mejores, pudieron
salir de allí.
—¿No
hubiera sido más fácil hablar con la Tierra y seguir viviendo allí?
Mis padres dicen que la Luna también se está acabando, y entonces,
¿dónde iremos? —el niño estaba muy preocupado.
—Somos
lo bastante inteligentes para buscar otro planeta en el que vivir,
por ejemplo, si…
—Profesor
—otra vez ella. La niña del pelo verde levantó
la voz—, ¿por qué no cuenta lo que
sucedió en Marte hace 400 años? Un grupo de personas estableció su
base en Marte y empezaron a excavar en su suelo y a modificar su
atmósfera. El clima de Marte cambió y las
modernas “cosas” que llevaron los humanos no aguantaron y
murieron. ¿Quién es el inteligente aquí?
—Fuera
de mi clase. Sabes que está prohibido contar cosas que no están en
los libros.
La niña
del pelo verde fue expulsada del colegio otra vez. Sin embargo, los
demás niños empezaron a investigar y, efectivamente, los humanos no
podían vivir en ningún sitio si no lo respetaban. Sabían que si no
cuidaban su Luna, morirían.
Así se
lo dijeron a sus padres, y aunque no los creyeron al principio,
empezaron a educar a sus hijos en el cuidado de su entorno, ya que el
profesor decía que eso eran “tonterías”.
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