26 de Marzo
09:35 a.m
«Buenos días y
feliz mañana a todos los afortunados que estén
disfrutando de esta temperatura maravillosa en el mes de Marzo. Tanto
si estáis tumbados en la playa o conduciendo hasta el trabajo no
cambien de emisora
que...»
Neviani
cerró la aplicación y se guardó el móvil en el bolsillo. Sí, él
era uno de los afortunados que estaba en la playa. Había
decidido tomarse unos días de vacaciones y pasarlas él solo, algo
que no había hecho nunca. Unos días recorriendo las costas del mar
Tirreno le parecieron tan buena idea como irse a la ciudad de al lado
a ver iglesias.
No
estaba solo. Le acompañaban Maria y Paola, dos recién casadas en su
luna de miel. El guía que los acompañaba los había dejado solos en
la isla, «unas horas, para que la exploréis. Por la tarde vendré a
por vosotros y ya cenaremos en el hotel».
Dijo
esto y salió con la lancha a toda máquina, dejando a los tres sin
saber muy bien qué hacer.
La isla
era preciosa, pero se estaría mejor en pleno verano, debajo de una
sombrilla y con una cerveza en la mano, pensó Neviani.
Desde
la orilla no divisaban la siguiente isla, sólo un agua de color
esmeralda y algún barco que pasaba de largo. El Sol tenía la
temperatura justa para ser agradable sin molestar y Neviani decidió
dar un paseo adentrándose un poco en la isla.
No
pidió a Maria y a Paola que lo acompañasen, porque, ¿qué
esperaba? Estaban de luna de miel. Seguro que en cuanto empezara a
caminar ellas se quitarían la ropa y harían el amor en la arena.
¿Cuántas oportunidades tendrían de estar solas en una isla
desierta? Sonrió para sus adentros y las envidió.
De
hecho, ya escuchó sus risas mientras él se alejaba.
Volvió
a sacar el móvil y mandó un mensaje a su hermano diciéndole que
por la noche hablarían, que esa mañana el guía les había dejado
hacer “visita libre”.
La isla
en sí no era demasiado grande, Neviani calculó que en unas tres o
cuatro horas podía recorrerse entera de punta a punta. Los árboles
estaban intactos y el suelo que pisaba estaba limpio. Cosa de
agradecer, ya que estaba cansado de la suciedad de la ciudad y de no
poder respirar bien. Ya no fumaba, pero la pesada tos aparecía de
vez en cuando, sobre todo cuando no llovía y pasaba días sin apenas
tiempo ni para salir al campo a respirar.
Así
que se paró debajo de un árbol, cerró los ojos y respiró hondo.
El salitre le entró en los pulmones y estuvo a punto de llorar de
emoción. No tosía y allí olía de
maravilla. A Naturaleza.
Se
descalzó y siguió caminando.
26 de
Marzo
19:43
p.m
Un
atardecer en la playa siempre es precioso. Las luces del cielo y el
olor del mar acompañan a los sentimientos que tengas en ese momento.
En el caso de Maria, Paola y Neviani estaba empezando a convertirse
en desesperación. Maria acababa de colgar el teléfono. Irían a
recogerlos enseguida, antes de que se hiciera de noche. El guía
había tenido mucho trabajo durante todo el día.
—¡Pienso
poner una hoja de reclamaciones! ¡Y llamar a la prensa! ¿A cuento
de qué nos dejan aquí tirados todo el día? —Paola estaba muy
nerviosa. Su móvil se había apagado y tenía hambre.
Maria
la abrazó para tranquilizarla, pero ésta se levantó airada y se
puso a caminar por la orilla.
—¿Crees
que le pegará un puñetazo a alguien
cuando subamos al barco? —preguntó
Neviani riendo.
Maria
observó a Paola de reojo y asintió, también riendo.
No
tenían otra cosa que hacer salvo esperar a que fueran a rescatarlos.
Las últimas luces del día eran hipnóticas, las olas rizaban el
agua y, aunque ninguno de los dos lo reconoció, vieron dos cabezas
de mujer salir del agua, saltar como si de un delfín se tratara y
volver a sumergirse, reflejando el brillo de sus colas de sirena en
el agua.
Neviani
no quería, pero empezaba a dormirse. Sabía que las luces y el ruido
de la lancha, el barco, o lo que fuera lo despertaría, al igual que
las voces de las dos chicas.
Cerró
los ojos y su mente empezó a trabajar en todo lo que debía hacer al
día siguiente, su agenda mental lo llamaba. Notó que Maria se
levantaba y empezaba a caminar, escuchó sus pasos. Pero él estaba
tan cómodo dormitando que no se movió.
Una
gran corriente de aire lo despertó. La arena se arremolinó a su
alrededor y el agua del mar, ya negra totalmente, bailaba de un lado
a otro.
—¡Chicas!
¡Venid! ¡Tenemos que ponernos a cubierto! ¡Paola! ¡Maria!
Ni
rastro. Corrió en la dirección donde se fue Paola minutos antes
(¿seguro que eran minutos?) pero no las vio. Ni sus mochilas, ni una
mísera luz en el horizonte.
Estaba
solo. Antes de sentir miedo debía refugiarse del tornado.
La Luna
estaba a la mitad, y su pálida luz le permitió ver un giro, y otro giro, y
otro del enfurecido viento. Corrió isla adentro y se sentó debajo
de un árbol sujetándose las rodillas.
—Cuando
termine, gritaré con todas mis fuerzas. El barco está esperándome,
no pueden irse sin mí —susurró
para sí mismo.
Un
sexto sentido le advirtió que girase la cabeza. Le pareció notar
unos pasos rápidos acercándose a él. Volvió
la cabeza rápidamente pero no vio nada, sólo la sensación de estar
siendo observado. Durante el día no habían
visto ningún animal, así que lo más probable es que fueran las dos
chicas y el guía, que le estaban gastando una broma.
—No
tiene gracia, tengo hambre ya —dijo.
El viento había parado un poco, por suerte—.
Vamos al hotel, ¿sí? Más
os vale haber preparado una buena cena si no queréis que os
denuncie.
Nadie
contestó.
Se
levantó, más cansado que enfadado, y caminó por toda la isla.
Sabía que si permanecía quieto, se pondría a gritar como un loco.
La Luna
iba cambiando de posición en el cielo pero Neviani no se dio cuenta.
De un momento a otro iba a caer rendido de cansancio, así que con un
último esfuerzo llegó a la orilla y se sentó.
Sacó
el móvil de su bolsillo, con la estúpida esperanza de que estuviera
encendido y llamar a alguien, pero no fue así.
¿Cómo
iban a olvidarse de él? No estábamos en el siglo XVIII, no era una
isla muy alejada de la civilización y Neviani, desde luego, no era
Robinson Crusoe. Ahora existen los localizadores y la tecnología,
que sirven para no dejar a nadie a su suerte, ¿verdad?
Una
pequeña luz naranja apareció en el horizonte. Se iría acercando,
despacio, hasta llegar a la orilla y recoger a Neviani. Hasta aquí
todo normal, si no fuera porque él vio cómo las dos sirenas que
había visto al atardecer salían de nuevo del agua y lo llamaban.
Cuando
la pequeña lancha llegó a la orilla, no había nadie en la isla.
***
Este relato cumple con el objetivo número 15 (isla deshabitada) del #OrigiReto2019.
Dejo los micros enlazados aquí abajo:
1) Metamorfosis: https://lavenamisteriosa.com/microrrelato-origireto2019-octubre-metamorfosis/
2) ¿Sirenas? : https://yarckoykalen.blogspot.com/2019/11/sirenas-microrrelato-origireto-2019.html
1) Metamorfosis: https://lavenamisteriosa.com/microrrelato-origireto2019-octubre-metamorfosis/
2) ¿Sirenas? : https://yarckoykalen.blogspot.com/2019/11/sirenas-microrrelato-origireto-2019.html
¡Oh! Qué final inesperado :) Me ha gustado el argumento del relato y que la llegada a la isla sea voluntaria, como un viaje turístico. También el tema de las dos enamoradas de luna de miel y el protagonista que al principio está tranquilo y en paz pero según avanza el día va teniendo más nervios y miedo.
ResponderEliminarSe lee enseguida como todos tus relatos, te lleva de la mano, aunque he visto un par de frases un poco enrevesadas, por ejemplo esta, ¿un giro de qué?: "La Luna estaba a la mitad, lo que le permitió ver un giro, y otro giro, y otro del enfurecido viento."
Un abrazo!
Gracias por tu comentario y tu tiempo guapa :)
EliminarMe alegra que te haya gustado. En teoría lo de la frase es un giro del viento, de todas formas, voy a darle una vuelta y la cambio para que quede más claro.
Abrazo!
Coincido con Stiby en su comentario. Está muy bien llevado el argumento, partiendo de una natural visita a un pequeño paraíso para convertirse en un extraño lugar del que seguramente no regresarás. A pesar de que el motivo por el cual los dejan ahí tirados durante el día no queda claro, el final es tajante en una frase final, dando un golpe de gracia estupendo. Realmente, ese motivo no es lo importante, así que queda todo redondo.
ResponderEliminarLos diálogos son los justos para llevar el ritmo, y las descripciones no están cargadas para mostrar simplemente el ambiente de la isla junto a la tranquilidad de los personajes en dicho mini-paraíso. Todo cabe estupendamente en las mil y pocas palabras del relato.
Enhorabuena.
¡Un saludo!
Hola!:
EliminarSupuestamente los dejaron en la isla para que la exploraran solos, pero, ¿se olvidaron de ellos o lo hicieron adrede?
Muchas gracias por tus palabras, intento escribir lo más sencillo posible para que no se haga pesado de leer y creo que para ti lo he conseguido, así que encantada :)
Un saludo!
Una buena narración, muy natural. Un protagonista respetuoso, teniendo el detalle de explorar por su cuenta para dejar a las recién casadas en la intimidad de una isla desierta (poca gente en la realidad creo que actuaría así). El transcurrir del tiempo se vuelve paradójico y en eso ayuda que señales dos horas significativas, la de llegada y luego, tras una elipsis temporal de 10 horas, el cambio de escena y ambiente, de placidez a intranquilidad. Y luego la siestecita, con la que añades otro cambio dramático, la soledad del tipo. Y el final en plan argonauta... Chapó. Muy buen manejo de tiempos y escenas.
ResponderEliminarCreo que las dejó solas porque él lo que quería era explorar por su cuenta y estar solo. Para las horas tenía pensado en un principio hacerlo de hora en hora, pero iba a quedar muy saturado y no podía meter tanta descripción.
EliminarGracias por pasarte a leer y comentar, me alegra que te haya gustado :)
Me gustan las historias que hacen que tu mente se ponga a elucubrar. Lo que me dice mi mente es que los tres turistas incautos fueron un tributo a las sirenas por parte de los nativos locales para que les dejaran vivir tranquilos y que era algo que podía tener cierta recurrencia. El relato me ha gustado, sin ser demasiado largo es ligero y fácil de seguir, tiene personajes interesantes y una evolución del estado del protagonista muy destacable. Muy bien Gema, muchas gracias.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Kalen!
EliminarMe gusta que cada uno cree su propia historia a partir de un relato, así nos damos cuenta de que cada uno piensa de forma diferente. Yo no lo planteé así (en mi cabeza digo xD) pero es muy interesante tu punto de vista :)
Me ha gustado mucho tu relato. Ha empezado con un lenguaje muy urbano, muy ágil y sencillo de leer, que además, al principio transmite la tranquilidad de las vacaciones. En las primeras frases logras contagiar el relax del protagonista al lector, y también las ganas de disfrutar de las aventuras y sorpresas que puede ofrecer una isla desierta.
ResponderEliminarMuy bien tratado el punto de vista masculino, ya se que es un topicazo decir que los hombres solo piensan en el sexo, pero lo cierto es que lo has plasmado muy bien, desde el respeto a las relaciones ajenas.
La segunda parte del texto cambia el ritmo y ya no transmite tanta paz, sino que logra de nuevo contagiarte el estado de ánimo del protagonista, entre nervioso, desconcertado, cabreado y cansado.
Solo te apuntaré que en la frase "los árboles estaban intactos y el suelo que pisaba está limpio" hay una incongruencia en el tiempo verbal.
Por lo demás un ritmo muy bueno, una historia muy original con un giro final sorprendente. En definitiva: un buen relato. ¡Felicidades!
Hola!:
EliminarGracias por tu comentario, me alegra que te haya podido transmitir tanto la tranquilidad como el estrés del final del relato. La verdad es que la primera frase se me ocurrió viendo la película de "Tiburón" xD nunca se sabe dónde puedes encontrar algo que cuadre para escribir.
Lo del punto de vista masculino, es cierto que me siento más cómoda escribiendo así, estoy intentando cambiarlo para no acostumbrarme.
Ya está corregida la errata :)
Gracias por tu tiempo y nos leemos :)