La otra parte de la historia 1.2

Como dijimos anteriormente, Matthew se consideraba a sí mismo un tipo corriente, con un pasado no tan corriente. Su pasado fue, para resumir y no aburrir, turbio, cargado de noches sin memoria y días durmiendo. Su madre, ya que su padre falleció, lo obligó a abandonar Exeter cuando un incendio destrozó la casa vecina. Matthew lloró y quería ir en busca de su vecina y amiga Anne Claire y sus hermanos, todos medio discapacitados o extraños, pero su madre no le dejó. Incluso lo encerró con llave en su dormitorio, su ventana daba al patio donde tenían el huerto y los animales estando la tapia por detrás, así que Matthew no pudo salir a sofocar el incendio.
Cuando dejó su casa al día siguiente, su vida fue una espiral. No fue de un día para otro, pero al cabo de unos meses Matthew malvivía donde le dejaban y era adicto a la cocaína. También le gustaba la ginebra sola por las mañanas para despertarse. Mantenía relaciones sexuales con toda la que se dejaba, o por una raya, o el culo de una botella, hasta que lo dejó por completo.


No tenía amigos, por lo tanto nadie sabía el por qué dejó de beber y robó a un par de chicas para irse a Estados Unidos. Al amigo que ya conocemos un poco, el tatuador, sólo le dijo que estuvo en el infierno y que ya había tenido bastante. Añadir también que recordaba canciones de Queen de sus últimos días en Reino Unido, aunque ya estuvieran algo pasados de moda.
No cambió su identidad porque no pudo, pero quería hacerlo. No lo tuvo en cuenta y se marchó a Estados Unidos, dejando Reino Unido atrás, y su vida. Porque hasta ese día, su vida estuvo allí, pero ya era otra persona cambiada y diferente de la de un año atrás. Ya no era el drogadicto que se vendía en los alrededores de Exeter y que debía dinero a más gente de la que él esperaba en un principio.
Volviendo al presente, volvía a ser de noche, y a Matthew le entraba el pánico. Todas las noches tenía pesadillas, estuviera borracho, drogado de valerianas o de pastillas, daba lo mismo. Si tanto miedo le tenía a la noche podría probar a dormir de día, ¿no? Sí, de hecho lo probó pero cuando asomaba el Sol su cuerpo, pasando totalmente de él, se ponía en marcha. Así que no le quedaba otra: cerrar los ojos y esperar a que pasara la noche.
Matthew cerró los ojos esperando que pasase la noche muy rápido, cuando ya empezó a soñar: una niña pequeña lloraba y reía al mismo tiempo. Había color rosa por todas partes. ¿Por qué una visión así le provocaba pesadillas? Porque después todo se volvía negro como la noche que tanto temía y no había forma de consolar a esa niña.

Comentarios

Publicar un comentario