La otra parte de la historia 1.3

En esta parte vamos a contar cómo Matthew conoció a Wally (Walter, más bien, se hace llamar Wally para rejuvenecerse) , el amigo tatuador que nombramos antes.
A los pocos días de llegar a Nyssa, Missouri, Matthew quería poseer algo que le recordase siempre que había empezado una nueva vida en otro país al otro lado de su mundo, así que pensó en hacerse un tatuaje, aunque no le gustaban mucho. Llegó pues al primer estudio de tatuajes que encontró y le mostró el dibujo que había hecho para representar su vida anterior y la que quería empezar en Estados Unidos. Wally era muy orgulloso y perfeccionista en su trabajo, así que quedó impresionado por el dibujo, tanto, que no dijo una palabra y se lo hizo.
Una semana después, Wally lo llamó para que lo ayudara, gesto destacable en él porque nunca pedía ayuda para nada. A Matthew se le estaba acabando el dinero y la paciencia así que le vino como un regalo del cielo, aceptó y fue a vivir con él, parece fácil y en este caso lo fue.

 Cada uno iba a su rollo y no se metían en la vida personal del compañero, por muy intrigado que estuviera. Wally tenía mucha curiosidad por ese chico misterioso y buen dibujante, porque con sólo decirle lo que la persona quería él lo reflejaba a la perfección, por lo tanto, en unos meses el negocio iba mejor que nunca.
"¿Porqué ese reflejo del purgatorio, Matthew, esos demonios con largas varas de madera riéndose hacia arriba?" Cosas más raras había tatuado, desde luego, pero esto era especial, más aún cuando lo veía todos los días. Matthew soportó las casi doce horas de trabajo sobre su piel sin un quejido, aceptando únicamente las pausas que Wally imponía porque se le dormía la mano.
Pero una noche, sin venir a cuento, se lo contó todo. Las drogas, su casa y el incendio, todo. También que no tenía un propósito claro en Missouri, pero que no podía volver. Estuvieron hablando hasta el amanecer y Wally empezó a tratar a Matthew de otra manera. Lo dejaba crear libremente, hasta empezó a pintar cuadros por encargo, siempre en blanco y negro, no soportaba los colores.
Así que esa noche Wally acudió al dormitorio de Matthew otra vez, como si fuera una madre preocupada por su hijo pequeño que ha sufrido una pesadilla, cuando eran dos hombres adultos y en teoría maduros.
- ¿Estás bien tío?- se sentó en la cama.
- No, anda, ve a acostarte.
- Está amaneciendo, ya no voy a dormir. ¿Otra vez la niña?
- Sí
- ¿Porqué no vas a ver a un tarotista o algo?
- Me va a decir que no la conozco y eso ya lo sé.
- Joder, por probar... Voy a hacer café. Vamos.- se levantó de la cama.
Ciertamente, de no ser por Wally, tendríamos a Matthew en cualquier sitio destrozado, porque no sabe valerse por sí mismo del todo.

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